Pocas veces, tal vez dos o tres y sin exagerar, obtuve recompensa del trabajo en forma de dinero (¡Ja!) o de videojuegos y material de prensa. No por nada, recuerdo que hace años conseguir el último videojuego de Activision para analizar era tan fácil como hablar con tu amigo el bloguero, qué te pasara el correo del PR de la compañía, mandarle enlace de la web y pedirle cositas gratis. No exagero, era sencillísimo, y lo hice un par de veces para conseguir que el medio en el que escribía obtuviera material.
A las empresas lo que les interesa es vender su videojuego, es su trabajo. Antiguamente los blogs eran la mejor forma de obtener a un coste muy bajo publicidad gratuita. Ellos regalaban el videojuego, y tú escribías un análisis cariñoso porque no querías que dejaran de suministrarte contenido. El lector, se quedaba maravillado por tus palabras y se acercaba al GAME para comprar el producto. Así funciona el mercado, amigo.
En resumen: Éramos y somos los primeros vendedores de un producto qué a diferencia del dependiente de la tienda de videojuegos que te saluda al entrar por la puerta y cobra el SMI, los redactores cobramos muchísimo menos y estamos contentos porque nos dan un videojuego gratis.
Crisis en la crítica ¿Por qué estoy escribiendo esto?
Me encanta hablar sobre videojuegos, pero de qué modo. La crítica hacia un videojuego me aburre. ¿Quién soy yo para criticar si un videojuego es bueno o malo si lo único de experto que tengo son las horas que he echado a diferentes videojuegos?¿Hace falta sacarse un FP de videojuegos como Andrés Trasado con el del cine?¿A título de qué voy a lanzar piedras a un estudio del tamaño que sea que ha destinado tiempo y esfuerzo en crear un producto que debería de entretenerme?¿Qué espera del lector de un artículo en el que esgrimo pros y contras del título que está pensando en comprar?¿Y como lector, qué me aporta saber que el último juego es magnífico porque peras y patatas combinan bien?
Me desanimé durante mucho tiempo buscando respuestas. Y sé que este tipo de ideas no llenarán los bolsillos de un pobre que escribe por placer porque no le queda otra. Si quieres obtener beneficios tienes que llamar la atención y para ello vale más la pena escribir sobre el último videojuego buscándole las cosquillas al lector en forma de un titular llamativo o buscando la polémica en el resto del artículo. Pero será que a mi edad lo que me interesa es la autoexploración de mi ser y de lo que ese videojuego me ha ofrecido para mi evolución. Creo firmemente que la interacción con la cultura debe de ser para y por conocerse y no para participar en el grupo social de los gamers, qué jugar para divertirse está muy bien, si es para perder el tiempo pues mejor porque debemos de desconectar, pero si al terminal el juego se crea un breve poso de conocimiento y experiencia que poder aplicar en nuestro día a día entonces considero que estoy frente a una obra que ha cambiado, aunque sea ínfima la idea, mi trayectoria vital y que la critica de los demás de nada vale.
Espero que te des cuenta que este artículo es una declaración de intenciones sobre lo que uno se debe de esperar de este pequeño rincón del videojuego. Me niego porque mi vida no va en ello a ser participante del ciclo del mercadeo, qué no estoy en contra de él, no es mi enemigo, pero hay muchísimos otros medios donde leer y analizar qué próximo videojuego depositarás en el carro de la compra. Yo lo que quiero es hablarte de videojuegos que me han cambiado o aquellos de los que merecen ser comentados porque me han descubierto una nueva perspectiva y que por curiosidad tú también los juegues y se repita el patrón. Creo que ahí reside la importancia del arte, es por ello que la gente con buenas ideas crea, y esta forma de consumir los productos es lo que los convierte en obras y no en un mero tránsito para hacer crecer nuestro caché de “real gamers”.